Título: Epitafio de Lucio Valerio Marciano

Cronología: siglo II d. C.

Técnicas y materiales: Piedra caliza tallada

Medidas: 96x47x30 cm

Procedencia: ciudad romana de Clunia

Inscripción:

D(is) M(anibus) / L(ucio) Valerio / Gal(eria tribu) / Marciano / an(norum) XXIX / M(arcus) Valerius / Paternus / Vatricus/ et Valeria / Titulla filio / pientissumo

[A los dioses manes. Marco Valerio Paterno Vatrico y Valeria Titula a su hijo afectuosísimo Lucio Valerio Marciano, de la tribu Galeria, de 29 años]

Esta inscripción funeraria es uno de los ejemplares de epigrafía romana más destacados que conserva el Museo de Burgos. Procede de Coruña del Conde, donde había sido trasladado desde la ciudad de Clunia que es su emplazamiento original. Se data en el siglo II d. C. y destaca su gran tamaño y cuidada ejecución.

La inscripción, grabada en hermosas letras capitales, está dedicada por unos padres a su hijo fallecido a los 29 años. El escultor jugó con las dimensiones de las letras para destacar las partes más importantes. Las iniciales D M que encabezan el epígrafe invocan a los dioses manes, asociados a los difuntos y a los antepasados, lo que rápidamente delata que se trata de una inscripción funeraria. Sigue en importancia, y en módulo de letra, el nombre del difunto al que se dedica: Lucio Valerio Marciano, de la tribu Galeria. Después figuran los dedicantes, quienes encargaron la inscripción, que eran los padres del difunto, llamados Marco Valerio Paterno y Valeria Titulla. El cariño hacia su hijo se refleja en la expresión de la última línea: pientissumo, es decir afectuosísimo.

Además de la leyenda, el cipo presenta una abundante decoración esculpida que cubre sus cuatro caras. En el frente principal, las letras están rodeadas por una cenefa de espirales. Los dos laterales por su parte se adornan con roleos que parte de un cogollo de hojas de acanto y suben enroscándose alrededor de dos rosetas. Las hojas están trabajadas con detalles y se busca el efecto de claroscuro con zonas de talla muy profunda que destacan en medio de las superficies planas. Originalmente toda esta decoración estaría policromada con colores brillantes que no han resistido el paso del tiempo. La cara trasera también es muy interesante. La ocupa un gran delfín retorcido en torno a un tridente. Estos motivos marinos resultan llamativos en una ciudad ubicada en un páramo en medio de la meseta y algunos autores les han dado un sentido funerario, mientras que otros los consideran simplemente decorativos.

Bibliografía:

  • Basilio Osaba y Ruiz de Erenchun, “Onomástica romano-burgalesa”, Boletín de la Institución Fernán González, 277-286.
  • Pedro de Palol y José Vilella, Clunia II. La epigrafía de Clunia, Ministerio de Cultura, Madrid, 1987, pp. 76-77.