Dolmen de Arroyal I

Monumento neolítico: 3300-2900 a.C. / Enterramientos calcolíticos: 2450-1900 a.C.

El túmulo de Arroyal I se encuentra en un borde del páramo de San Antón sobre el río Ubierna, en el Alfoz de Quintanadueñas. Se trata de un ejemplo muy significativo de monumento megalítico que fue excavado en 2011-2012 por un equipo dirigido por Eduardo Carmona Ballestero y Miguel Ángel Arnáiz.

Este yacimiento destaca por su amplia secuencia cronológica, que abarca más de mil años, desde el Neolítico hasta el final del periodo Calcolítico (3300-1900 a. C.). Durante este periodo el dolmen se construye, se abandona y se reutiliza con distinta finalidad en dos ocasiones.

Así, se pueden destacar tres momentos clave en su devenir. En primer lugar su construcción como dolmen en época Neolítica (3300-2900 a.C.) cuando se empleó como tumba colectiva. Entonces se construyó un monumento formado por una cámara rectangular y un pasillo de acceso con grandes bloques de caliza y cubiertos con un túmulo. En las piedras que lo conforman se advierte una decoración en forma de cazoletas que se puede adscribir al arte esquemático. A pesar de que al exterior el túmulo presenta forma circular, la cámara interior tiene planta rectangular, diseño que no es habitual en los monumentos megalíticos de su entorno y lo relaciona con otros ejemplos del valle del Ebro.

El segundo momento de uso se data en el periodo Calcolítico, hacia el 2500-2450 a.C. Para entonces habían pasado varios siglos desde su construcción durante los cuales permaneció sin uso, o al menos no ha quedado constancia arqueológica. La modificación consistió en transformar el enterramiento colectivo para destinarlo a una inhumación individual. El pasillo fue clausurado y en la cámara se depositaron los restos de una sola persona acompañados por un ajuar. Las ofrendas consisten en dos vasos campaniformes del tipo marítimo internacional y dos cazuelas lisas. Los vasos presentan una cuidada decoración a base de bandas con punteados. Estos recipientes se han relacionado con los rituales funerarios, que incluirían el consumo de bebidas en algunos casos alcohólicas.

La tercera fase es posterior (2450-1900 a.C.) pero también dentro de una cronología Calcolítica. Unos siglos después de transformar el dolmen en una tumba individual se añadió uno nuevo enterramiento respetando el anterior. En lugar de colocarlo en el centro, se depositó en el sector suroriental y se aumentó la altura del túmulo con un nuevo añadido de tierra y piedras. Con esta sepultura se han relacionado los fragmentos de otro vaso campaniforme y varios punzones de cobre. En este caso el vaso pertenece al estilo de Ciempozuelos, el más frecuente en la Meseta, que se caracteriza por una decoración minuciosa que cubre toda la superficie.

En resumen, se trata de un yacimiento de gran interés que muestra la reutilización de monumentos megalíticos a lo largo de amplios periodos y que ha proporcionado un valioso conjunto de vasos campaniformes, muy representativos de unos rituales difundidos por gran parte del continente europeo.

Bibliografía:

  • Eduardo Carmona Ballestero, Miguel Ángel Arnáiz Alonso y María del Carmen Alameda Cuenca-Romero, “El dolmen de Arroyal I: usos y modificaciones durante el III milenio cal AC”, en: José Honrado Castro, Miguel Ángel Brezmes Escribano, Alicia Tejeiro Pizarro y Óscar Rodríguez Monterrubio (coords.), Investigaciones arqueológicas en el valle del Duero, Glyphos, Segovia, 2014, vol. 2, pp. 41-54.