José María Casanova

1974-2025 Un relato humano

MUSEO DE BURGOS

Sala de Exposiciones Temporales

junio – septiembre 2025

La exposición temporal “José María Casanova. 50 años. 1974-2025. Un relato humano” expone 52 obras de este artista en las que se repasan cinco décadas de su actividad creativa. Se trata de esculturas realizadas en diversos materiales: metal, madera, poliéster, resinas, etc. que tienen como hilo común la representación de cuerpos humanos, bien solos o bien en grupo.

La representación del ser humano está arraigada a la historia del arte desde sus inicios, tal vez como una persecución constante del propio ser, el artista ubica constantemente al ser humano, su intelecto y aptitudes, en el centro de toda investigación científica o estética. La búsqueda de nuestra propia identidad se manifiesta desde las más arcaicas figuraciones hasta la actualidad. El ser humano elige representarse, por tanto elige al conjunto de la sociedad, el individuo como eterno denominador común de una finalidad con múltiples vertientes. Libremente se elige, pero inevitablemente asume la responsabilidad que conlleva: la idea de «expresar quienes somos y cómo nos vemos a nosotros mismos», «cómo nos comportamos o relacionamos» y desde la contemporaneidad «cómo nos sentimos».
José María Casanova es un artista que alude constantemente a la figura humana, en lo formal y en el concepto, a lo largo de toda su carrera la representación del hombre es un denominador común, de diferentes formas y en distintos contextos. Busca la mi- rada hacia el otro y hacia sí mismo, una mirada hacia el individuo pero también hacia la sociedad en la que vivimos, como una constante búsqueda que trata de resolver los «porqués» y «cómos» que le suscita la propia existencia.
«Un relato humano» es una mirada hacia lo que somos y lo que podemos ser, a veces amable, otras crítica, pero sobre todo honesta. Una mirada al lugar que ocupamos, un espacio que crece y se expande como las propias esculturas que nacen de la materia y se transforman, que se yerguen y terminan por dominar el lugar que ocupan. Sin embar- go es la mano del escultor la que modela, define, en definitiva domina.

 

Pasado y Futuro, figuración realista y figuración metafísica son algunos de los rasgos de la producción de José María Casanova, uno de nuestros más reputados escultores contemporáneos. Casanova vuelve a su casa, el Museo de Burgos, que desde hace décadas muestra su obra y regresa después de casi 10 años en el que las salas de este centro cultural acogieran su exposición “El gran viaje”. Nuestro artista ha decidido presentar de la mano de la comisaria Laura Darriba una visión muy acertada, a modo de muestra antológica, de lo que ha sido su trabajo desde 1970 hasta comienzos de la tercera década del siglo XXI. Un recorrido en el que se comprueba cómo el maestro, sin renunciar a la figuración humana, ha desarrollado una evolución coherente en la que, poco a poco, las esculturas individuales y los conjuntos escultóricos por él creados nos llevan del más absoluto de los realismos a planteamientos en los que lo conceptual y, en ocasiones, lo surreal nos transportan a territorios de complejos pensamientos e interpretaciones. Porque Casanova tiene siempre la capacidad de sorprendernos con sus esculturas de hombres y mujeres emergiendo de la materia informe, relacionándose de forma compleja o midiéndose con estructuras constructivas a las que, a veces, dominan y que, en ocasiones, se sobreimponen al ser humano en una suerte de lucha titánica que, en muchos casos, conduce a un cierto desasosiego buscado. No faltan, en gran parte de sus obras, algunos guiños al humor, a la ternura o a la angustia a través de recursos formales que nos llevan desde postulados realistas a formulaciones de fortísimo carácter expresivo. Una obra, la de este escultor, que se debate entre lo perfecto de los acabados y una pasión por el “non finito” en la que se rastrea el eco de algunos grandes maestros como Rodin o Giacometti, dos de los más importantes escultores de la modernidad. Se plantea esta exposición, magníficamente concebida por el artista y la comisaria, como una recapitulación de lo que ha sido el itinerario estético del autor. Aunque es cierto que es así, yo creo que se trata más bien de una parada en la actividad de este creador para recapitular todo lo que ha sido su universo creativo a lo largo de casi cinco décadas. Una parada de toma de aliento pues Casanova se halla no sólo en plena madurez sino en pleno vigor por lo que estamos seguros que los próximos años nos seguirán regalando magníficas creaciones y gratísimas sorpresas fruto del genio de este gran escultor burgalés.

Antonio Sanz de la Fuente